El dióxido de carbono, también conocido como CO2, es un compuesto químico formado por un átomo de carbono y dos átomos de oxígeno. Es un gas incoloro, inodoro y no inflamable en condiciones normales de temperatura y presión, y se encuentra naturalmente en la atmósfera terrestre.

El dióxido de carbono es importante para la vida en la Tierra, ya que es esencial para el proceso de fotosíntesis de las plantas, que convierte la energía solar en energía química. También es un subproducto de la respiración celular de los organismos y de la combustión de combustibles fósiles.

Sin embargo, el dióxido de carbono es un gas de efecto invernadero, lo que significa que atrapa el calor en la atmósfera y contribuye al calentamiento global. En las últimas décadas, la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera ha aumentado significativamente debido a la actividad humana, especialmente la quema de combustibles fósiles y la deforestación.

Además, la exposición prolongada a altas concentraciones de dióxido de carbono puede ser perjudicial para la salud humana. Puede causar mareos, dolor de cabeza, fatiga y dificultad para respirar en niveles elevados.

El dióxido de carbono se utiliza en una variedad de aplicaciones industriales, como en la producción de bebidas carbonatadas y la refrigeración. También se utiliza en la extinción de incendios y en la minería de metales, entre otras aplicaciones.